Cine y Filosofía
La relación entre la filosofía y el cine se ha visto reforzada por los ejemplos que el 7º arte da de las teorías filosóficas. Con el paso de los años los profesores han entendido lo útil del cine en sus clases. Es por ello que cada vez encontramos más literatura sobre el tema.
En otras entradas hemos visto la utilidad del cine, sobre todo en temas históricos: la guerra fría, la caza de brujas, la china comunista… En la de hoy nos centraremos en la utilidad del cine para enseñar filosofía.
CINE Y FILOSOFÍA
Índice
Nos centraremos en algunas de las lecciones de la obra Lo que sócrates diría a Woody Allen (2003). Escrita por el catedrático Juan Antonio Rivera, pretende ser una introducción a la filosofía para cinéfilos.
El autor «exprime el zumo teórico» de ejemplos sacados del cine. Mientras discurrimos por la película se nos explica las teorías que esta refleja. Así se «intensifica la contemplación» de la película, vemos más allá de la historia. El cine se convierte en una guía, una herramienta para la vida.
El libro reúne a filósofos clásicos como Platón y Kant, pero, además otros más actuales como John Rawl y Rober Nozick. Los temas que trata también son clásicos en la filosofía. Habla de amor, de felicidad, de la fuerza de voluntad. Pero también aparecen otros como la tentación del bien y el apetito fáustico.
En general, como expone el autor, es una iniciación a asuntos centrales de la ética.
LECCIONES FILOSÓFICAS
A continuación se expondrán algunas lecciones con sus ejemplos fílmicos.
PRIMERA BOBINA. CUESTIONES PSICOLÓGICAS.

En esta primera parte del libro se tocan tres temas. El primero sobre lo que no se puede conseguir a fuerza de voluntad. El segundo sobre la fabricación de fobias. Y, el tercero, sobre el aburrimiento como fuente de maldad.
El autor nos muestra que hay objetivos que nunca alcanzaremos por mucho que lo intentemos o lo deseemos. De hecho, a veces, cuanto más intentemos obtenerlos, más nos alejamos. Es lo que llama subproductos.
Los subproductos son objetivos que alcanzamos mejor cuando hemos desistido de lograrlos. Incluso, algunos, sólo se alcanza cuando hemos dejado de buscarlos. Un ejemplo de ellos es el sueño. Y es que no se debe tratar de vencer el insomnio, pues cuanto más se piense en ello, más difícil será dormirse.

Es por ello que los libros de autoayuda son de dudosa eficacia. Estos libros te ofrecen llegar a estados como la felicidad, más autoestima, enamorar a alguien, etc. Sin embargo, estos estados no se pueden alcanzar mediante pasos racionales. Son subproductos.
Pensemos en la felicidad. Es un error intentar ser feliz así porque sí. Se debería buscar otra meta que sí dependa de nuestra fuerza de voluntad, y la felicidad llegaría sin darnos cuenta. Hay una cita de John Stuart Mill que lo refleja muy bien:
Desde luego, no dudaba en la convicción de que la felicidad es la prueba de todas las reglas de conducta y el fin que se persigue en la vida. Pero ahora pensaba que este fin sólo puede lograrse no haciendo de él la meta directa.
Sólo son felices (se me ocurría) los que tienen la mente fijada en algún objeto que no sea su propia felicidad: la felicidad de otros, las mejora de la humanidad, o, incluso, algún arte o proyecto que no se persiga como un medio, sino como una meta en sí misma ideal. Así, apuntando hacia otra cosa, encuentran incidentalmente la felicidad.
Las satisfacciones de la vida (tal era ahora mi nueva teoría) son suficientes para hacer de ella algo placentero cuando se toman en passant, sin hacer de ellas el objeto principal. En el momento en que les damos la máxima importancia, percibimos inmediatamente que son insuficientes. No podrán sostenerse si las sometemos a un análisis riguroso. Preguntaos si sois felices, y cesaréis de serlo.
John Stuart Mill (1986) . Autobiografía. Alianza Editorial. Citado en Lo que Sócrates diría a Woody Allen (2003).
Las películas que utiliza como ejemplos para exponer los subproductos y lo que no se puede conseguir a fuera de voluntad son: El coleccionista (1965), Hannah y sus hermanas (1986) y Ciudadano Kane (1941).

En la primera de ellas, El coleccionista de William Wyler, un hombre secuestra a una mujer de la que se ha enamorado. La encierra en su bodega para que, con el tiempo, se enamore de él.
Sin embargo, el amor es una cosa que no se consigue a fuerza de voluntad. El protagonista no puede conseguir que la secuestrada se enamore de él a base de empeño. Y lo que es curioso, cuando deja su empeño de que se enamore de él, es cuando más cerca está de enamorarse ella.
En la película de Woody Allen Hannah y sus hermanas, un personaje hipocondríaco se da cuenta de que un día morirá. Pasa una crisis existencial y acude a la religión. Baraja cuál de ellas le dará mejor resultado y está dispuesto a lo que sea por creer en un dios.
No obstante, busca en la religión el confort espiritual, solo eso. Y nadie obtiene sus creencias así. Las creencias se tienen por otros motivos, y ese confort es un subproducto secundario.

Con la ópera prima de Orson Welles, Ciudadano Kane, Juan Antonio Rivera nos conduce por la degradación de las relaciones personales del protagonista, a través de las entrevistas que en la película se suceden. Todo ello para llegar a la conclusión de que no se puede obtener amor sin darlo.
«Kane cayó en el olvido fatal de algo que de manera intuitiva sabía en su infancia: que la estima y el afecto sinceros y afables sólo se logran entregando lo mismo, proporcionando amor que uno previamente siente con autenticidad y, en consecuencia, un amor que no cuesta transmitir; y que se transmite además sin mezcla alguna de señales equívocas para conseguir amor»
Juan Antonio Rivera (2003) Lo que Sócrates diría a Woody Allen.
En el cuarto capítulo trata el tema de la creación de fobias y cómo éstas limitan nuestra libertad. Usa de ejemplo a Alex, el protagonista de la Naranja mecánica. Este chico entra en un programa de reeducación para salir de la cárcel y acaba adquiriendo miedo a la violencia, al sexo y las mujeres; lo que antes adoraba. Incluso adquiere una fobia a su querida novena sinfonía de Beethoven.
Alex, que ya no es libre para hacer el mal, sufre por el daño cometido. Aunque, como dice el autor, podríamos hablar de un final feliz, ya que pierde las fobias que le habían sugestionado y es libre para hacer tanto el bien como el mal.
Es en el quinto capítulo que usa una película española para su descripción. Se trata de Calle Mayor, la película de Juan Antonio Bardem de la que hablamos en la entrada sobre la mujer durante el franquismo.
Con ella trata el tema del aburrimiento como fuente de maldad. Y es que la vida provinciana, cómoda y sin novedades, puede llevar al cerebro sobrellevar el tedio a costa del sufrimiento de los demás.

La película narra cómo un grupo de amigos escapan del tedio con bromas pesadas. Estos hacen creer a una inocente solterona, Isabel, que uno de ellos, Juan, está interesado en ella.
La broma se le va de las manos a Juan, que al final huye de la ciudad. Isabel tendrá que aguantar ahora las habladurías de la ciudad, además de su soltería en la España de los 50.
SEGUNDA BOBINA. CUESTIONES MORALES.
En la segunda bobina el autor se centra en cuestiones morales como el gusto moral, la fuerza de voluntad y la posibilidad de vivir otras vidas.
EL GUSTO MORAL
Para el tema del gusto moral se apoya en dos películas clásicas. La primera es Almas desnudas (1949), de Max Óphuls. La segunda es La ley del silencio (1954) de Elia Kazan.
En la película de Öphuls, un joven chantajista, martin Donelly construye su moral al enamorarse de la mujer a la que debe extorsionar. La admiración que siente por Lucía Harper, una madre modelo, le lleva a replantearse su vida al completo. El amor que ha descubierto hace que quiera borrar su pasado y empezar de nuevo.

En La ley del silencio, no se trata de una construcción moral desde cero. Se trata de una recuperación del gusto moral, la redención de Terry Malone.
El personaje de Marlon Brando, Terry Malone, fue un joven con aspiraciones. Apuntaba alto, al título de campeón de boxeo. Sin embargo, los líos con la mafia de su hermano le llevaron por el camino equivocado. Desde entonces se conforma con una vida que no le llena y en la que se cometen actos viles.
Pero un día aparece una joven a la que conocía de chico. Se trata de Edie Doyle (Eva Marie Saint) y sólo su mirada le hace replantearse la vida. Sólo una mirada de Edie es suficiente para recordarle a Terry que es mejor de lo que es. Una educación moral a través de miradas que permite que afloren en él las aspiraciones por una vida mejor. Una segunda oportunidad.
COMBATIR LA FALTA DE VOLUNTAD
Igual que hay cosas que no se consiguen con fuerza de voluntad, otras sí. Sin embargo hay veces que nuestro gusto moral, nuestras metapreferencias, no influyen en el comportamiento. Se producen flaquezas en la voluntad.
Para describir este tema se apoya en el filme de Otto Preminger El hombre del brazo de Oro (1955). En ella un exdrogadicto, Frankie Machine, acaba de salir de la cárcel y regresa a su hogar.

Frankie tiene proyectos para una nueva vida, como es tocar la batería. Además tiene una confianza renovada en sí mismo. Tanta que cae en el error de sobrevalorar su fuerza de voluntad.
Pero, como toda persona con malos hábito anteriores, debe superar la tentación y a las personas de su entorno que le metieron en esa situación. Algo que es demasiado para alguien con los problema de Frankie, que recae.
Para superar la recaída pide a una antigua amiga que lo ayude. Pide que le encierre en una habitación no haga caso de sus deseos para salir. Así quiere superar su mono.
No me dejes salir de la habitación, diga lo que diga o te prometa lo que te prometa. Porque si me deja salir será para ir a pincharme. ¿Lo ha entendido bien? Enciérrame en el cuarto. Si trato de escapar, pídemelo de la manera que sea. Por mucho que vea que me duele, no debes proporcionarme ningún tipo de calmantes, narcóticos ni nada de eso.
Frankie Machine El hombre con el brazo de oro.
Frankie se encierra y, como ha anticipado, comienza a sufrir y pedir ayuda. Pero Molly se ha ido lejos para evitar la tentación de sacarle de allí. Es algo parecido al relato de Ulises y las sirenas en la Odisea.

En el poema épico, Ulises urde una estrategia para suplir la falta de autocontrol y voluntad. Los cantos de las sirenas son tan irresistibles que todo el que los escucha acude a ellos y encuentra la muerte. Ulises, que desea oír los cantos y no caer en la tentación se ata al mástil de su barco y pide que no le desaten, a pesar de los gritos que de.Pero, de manera previa, su tripulación se ha taponado los oídos con cera y no atiende a sus súplicas.
Es la misma estrategia que ha usado Frankie. La misma estrategia que usan en muchos centros de desintoxicación. Se trata de prever que la voluntad flaqueará en un momento y preparar el entorno para no tener la oportunidad de recaer en la adicción.
APETITO FÁUSTICO
El apetito fáustico es el deseo de vivir todas las vidas posibles. Vivir otras vidas que hemos dejado atrás por nuestras decisiones.
El autor empieza a tocar este tema en el capítulo otras vidas son posibles. En él expone el caso de la película Family Man (2000). En ella un hombre de negocios tiene la posiblidad de vivir la vida que dejar atrás al dejar a su novia.
Si bien lo pasa mal en primer momento, acaba por gustarle esa vida familiar a la que ha tenido acceso. Se da cuenta de que viva la vida que vida, en cada una, puede encontrar la felicidad.
Con esta película también se toca el tema del amor fati, del efecto mariposa y el bosque de decisión humano. El amor fati es amar de nuestra vida, aprobar todo lo que nos ha pasado para estar ahora donde estamos. Es lo contrario del apetito fáustico.
El efecto mariposa dice que cualquier discrepancia entre dos situaciones, con una variación pequeña al principio, acabará dando lugar a situaciones donde ambas evolucionan de forma diferente. El hombre de negocios de Family man toma unas decisiones que le cierran otras. Esto también se relacione con el bosque de decisión humano, el árbol de nuestras decisiones que configura nuestro paso por la vida.
Pero el capítulo dedicado de pleno al apetito fáustico reúne tres películas bien diferentes entre sí. La primera es Desafío total (1990), una película de ciencia ficción. La segunda es la fantástica La rosa púrpura del Cairo (1985). Y la tercera el drama de los 40, Las zapatillas rojas (1948).

En Desafío total una empresa permite pasar experiencias virtuales en el cerebro de sus clientes. Esto es demasiada tentación para el personaje de Douglas Quaid, quien desea vivir en Marte.
Además, durante la experiencia uno puede tener la personalidad que quiera, como la de un agente secreto. Esto permite al personaje adentrarse en un bosque de decisión humano muy diferente al que ha vivido. Satisface su apetito fáustico.
El apetito fáustico es algo natural en el ser humano. Casi de manera diaria consumimos libros, películas, series… Las ficciones palian este apetito, este deseo vivir más vidas.
Porque la vida real, la vida verdadera, nunca ha sido ni será bastante para colmar los deseos humanos. porque sin esa insatisfacción vital que las mentiras de la literatura a la ve azuzan y aplacan, nunca hay auténtico progreso.
La fantasía de que estamos dotados es un don demoníaco. Está continuamente abriendo un abismo entre lo que somos y lo que quisiéramos ser, entre lo que tenemos y lo que deseamos.
Pero la imaginación ha concebido un astuto y sutil paliativo para ese divorcio inevitable entre nuestra realidad y nuestros apetitos desmedidos: la ficción . Gracias a ella somos más y somos otros sin dejar de ser los mismo. En ella nos disolvemos multiplicamos, viviendo muchas más vidas de la que tenemos y de la que podríamos vivir sin permanecieramos confinados en lo verídico, sin salir de la cárcel de la historia.
Mario Vargas Llosa (1990), La verdad de las mentiras. Seix Barral. Citado en Lo que Sócrates diría a Woody Allen (2003).

En La rosa púrpura del Cairo, Cecilia escapa de la dureza de su vida en las salas de cine. No solo tiene un trabajo estresante y largo, sino que, además, su marido es un maltratador y un infiel.
Cecilia se refugia en el cine. Allí proyectan una película que contrasta con su miserable vida, La rosa púrpura del Cairo. En la película todo es exótico y sofisticado, perfecto para que Cecilia olvide sus penas.
De repente, en medio de la proyección, uno de los personajes de la película que ve la protagonista se sale del guión. Es la quinta vez que Cecilia acude al cine a ver la película y no pasa desapercibida para el valiente protagonista de ella, Tom, que sale de la pantalla.
Es el camino contrario a Desafío Total, aquí se sale de un mundo irreal a uno real. Sin embargo, este viaje también depende del apetito fáustico, pues Tom está harto de representar una y otra vez la misma historia. Tom huye de la monotonía.
En la tercera de estas películas, Las zapatillas rojas, la acción adquiere un matiz más trágico. Estrenada en 1948 y diriida por Michael Powell y Emeric Pressburger, el filme muestra cómo el tiempo es el mayor enemigo del apetito fáustico, junto con el amor fati.

La película tiene tres protagonistas bien diferenciados. El primero es el joven compositor Julian Craster. Después el despótico Boris, el dueño de una compañía de Ballet. Y por último, la futura estrella del ballet, VIctoria Page.
Para Boris el ballet es algo más que un espectáculo, es una religión. Y de esto se dan cuenta los dos jóvenes, antes mencionados, que son contratados en su compañía. Su primera bailarina deja la danza por ser madre y él se lamenta haber entregado su tiempo a alguien que no se toma «en serio» esa religión.
Boris le encarga a Julian que componga música para un nuevo Ballet. Un nuevo espectáculo inspirado en el cuento de Andersen Las zapatillas rojas, el cual tiene un final trágico en el que la protagonista muere por no poder dejar de bailar.
Desde el estreno es un éxito y Victoria Page es la nueva estrella del Ballet. Sin embargo, las sospechas de Boris son confirmadas por Julian: los dos jóvenes se han enamorado. Para Boris el amor destroza al arte, por lo que despide a Julian. Pero el amor parece ser más fuerte para Victoria, que se marcha con Julian. Los dos se casan y viven en Londres.
No obstante, la monotonía y el recuerdo empiezan a rondar la cabeza de Victoria. Acaricia sus zapatillas rojas, que ya apenas usa. Y es que cada vez baila menos en público, mientras Julian sigue componiendo como antes de casados.
Ese deseo por recuperar su vida de artista no pasa desapercibido para Boris. Este le pide que vuelva a bailar para su compañía. Le pide que deje atrás su tediosa vida de casada y vuelva a hacer lo que ama hacer, bailar.
Ella acepta, pero cuando está apunto de entrar en escena Julian aparece. Ha viajado de vuelta a los estados unidos para recuperar a sus esposa. Tanto Julian como Boris le piden que haga dos cosas bien distintas. Es una mujer a la que dos hombres desean poseer. La quieren sólo para sus intereses. Tiene que elegir: o la danza o el amor.
En cuanto se queda sola la angustia de no poder dedicarse al mismo tiempo a dos actividades rivales y a dos hombres rivales, hace que sus zapatillas rojas se muevan. Y corre hasta la estación de tren donde espera Julian, pero no va hacia él. No. Corre hacia una barandilla desde donde se tira a las vías del tren. El mismo final trágico del cuento de Andersen.
Victoria quería ser una excelente bailarina, la mejor. Pero, como bien dice el libro de Juan Antonio rivera:
La excelencia absorbe tiempo, y la escasez de nuestro lapso vital hace que la persecución despiadada del virtuosismo en un arte o actividad exigentes sea incompatible con la codicia fáustica por alcanzar ese virtuosismo en otras ocupaciones para las que nuestra otes también nos predisponen. No se puede tener todo lo bueno a la vez. Creer que sí es padecer otra forma, distinta del autoperfeccionismo compulsivo, de tentación del bien.
CINE COMO HERRAMIENTA EDUCATIVA
Lo que Sócrates diría a Woody Allen continúa con otros tema igual de interesantes. Lo que hemos visto en esta entrada es la capacidad del cine como herramienta para el estudio de situaciones filosóficas. El cine es un instrumento que, bien usado, es igual o mejor que los libros de texto usados en las escuelas.
El autor tiene otro libro de filosofía y cine. Se trata de Carta abierta de Woody Allen a Platón, donde trata temas relacionados con la política y la organización de la sociedad.
Ángel Cuesta Bascón
Junio 2019
BIBLIOGRAFÍA
- Juan Antonio Marina (2003) Lo que Sócrates diría a Woody Allen. ESPASA CALPE
Recomiendas el libro o con este resumen nos podemos dar bastante satisfechos?
El otro día vi una película que se llama «Waking life» ultra filosófica que recomiendo totalmente.
Éste libro es muy recomendable y ameno; aprenderás mucho, y mi resumen no contempla todos los capítulos del mismo. El autor sacó una «segunda parte» llamada Carta abierta de Woody Allen a Platón, que me pareció mucho más pesado, más aburrido. He tocado el mismo libro en otras entradas como la última sobre las drogas y la del desamor.
Me la apunto para verla en esto días de cuarentena. Muchas Gracias !!