El genocidio camboyano
EL GENOCIDIO DE CAMBOYA EN EL CINE
Índice
Durante el periodo de descolonización que se vivió en el continente asiático tras la Segunda Guerra Mundial, la ideología comunista se expandió por numerosos territorios, más allá de las fronteras chinas.
Entre 1975 y 1979, el régimen comunista de los jemeres rojos, con Pol Pot a la cabeza, impuso un modelo radical de maoísmo mediante la fuerza bruta, que provocó la muerte de dos millones de personas (Camboya tenía, por entonces siete millones de habitantes), muchos de ellos en los conocidos como Campos de la Muerte.
CONTEXTO Y ORIGEN DEL GENOCIDIO DE CAMBOYA
La zona del sudeste asiático en la que se encuentra Camboya era conocida como Indochina en la época de la colonización. Indochina se encontraba bajo la influencia francesa, y abarca lo que hoy en día en Laos, Vietnam y Camboya. Este último territorio era un protectorado con un monarca propio, y su pueblo, conocidos como jemeres*, tuvo su momento de esplendor entre los siglos IX y XIII, periodo del que nos queda el testimonio del impresionante templo de Angkor Wat. Templo al que el protagonista de Deseando amar (2000) acude para contar su secreto en la roca.
*Jemer es el nombre que recibe la etnia predominante en Camboya.
La actual Camboya es un territorio de unos 180000 kilómetros cuadrados, y hace frontera con Laos, Vietnam y Tailandia (esta última nunca fue colonia de ningún estado europeo). Si bien en los momentos más dulces del imperio Jemer, durante el Reino de Kambuya, en el siglo X, la extensión de Camboya era la mayor de toda la península de Indochina, desde el siglo XV sufrió una decadencia que terminó con la anexión por parte de Vietnam del delta del Mekong, y dio lugar a una rivalidad que ganó protagonismo durante el genocidio camboyano que aquí estudiamos.
Tras la Segunda Guerra Mundial, la Liga por la Independencia del Vietnam, el Vietminh, liderado por el comunista Ho Chi Minh, declaró la independencia de la región de forma unilateral. Sin embargo, Francia no estaba dispuesta a perder sus colonias asiáticas e inició una guerra en 1946 que duraría hasta 1954, cuando los franceses fueron derrotados en la batalla de Dien Bien Phu. Tras ser derrotado, el gobierno francés reconoció la independencia de indochina, y Vietnam se separó en Vietnam del Norte (República Democrática de Vietnam), y Vietnam del Sur (República de Vietnam). A esta guerra se la conoce como la Guerra de Indochina.

Pero la paz no llegó al sudeste asiático tras Dien Bien Phu, sino que dio comienzo, en 1955 la infame y sangrienta Guerra de Vietnam. Esta empezó como una guerra civil entre los vietnamitas del norte, de ideología comunista, y sus vecinos del sur, capitalistas. Los gobiernos estadounidenses, siguiendo la Doctrina Dulles o Doctrina Eisenhower, intentaron crear un cinturón anticomunista al rededor de los países de la órbita chino-soviética, entre los que estaban los tres países que formaban Indochina.
El gobierno de Vietnam del Sur, comandado por Ngo Dinh Diem, pidió ayuda a Estados Unidos para sofocar las protestas contra su autoritario régimen, protestas alimentadas por el FNL*, partidario de la unificación de Vietnam. Lyndon B. Johnson acudió en socorro de su aliado, pronto a enrolarse en un conflicto bélico contra el rival comunista del Norte. El detonante de la entrada en la guerra de Estados Unidos fue el incidente de Tonkín. La escalada de violencia que desató la contienda subsiguiente se cobró la muerte de 58869 estadounidenses, 684257 survietnamitas, y 1027085 norvietnamitas. Uno de los sucesos más execrables de este oscuro episodio de la historia fue la matanza de My Lai, perpetrada en 1968, año en que el Vietcong estuvo a punto de apoderarse de Saigón, capital de Vietnam del Sur, durante la ofensiva del Têt, hecho que incoó el proceso de negociaciones que dio lugar, a su vez, al acuerdo de París de 1973. Con todo, la guerra se prolongó durante dos años más, y se saldó con la victoria de Vietnam del Norte sobre Vietnam del Sur, y la subsiguiente unificación del país.
* Acrónimo del Frente Nacional de Liberación, bloque común de oposición al tiránico régimen de Ngo Dinh Diem, del que nacería el Vietcong.
Valero, Tomás (2018) El mundo actual a través del cine. Alianza Editorial.
Cuando dio comienzo la Guerra de Vietnam, el 1 de noviembre de 1955, en Camboya se vivía una ambiente pacífico y de esperanza ante su recién inaugurada independencia. El monarca reinante en el momento de la independencia era Norodom Sihanouk, quien, tras abdicar en su padre, se presentó a las elecciones de 1955 y las ganó con una mayoría aplastante. No obstante, los atroces acontecimientos que se vivían en el país vecino terminaron por afectar a Camboya.

El exmonarca y primer ministro, Norodom Sihanouk, permitió que el Vietcong se asentase en territorio camboyano. Para evitarse problemas con sus vecinos, Sihanouk dejó que los norvietnamitas establecieran bases en Camboya entre 1964 y 1965. Es más, Norodom Sihanouk estaba seguro de la victoria vietnamita ante la primera potencia mundial, y sabía que de querer mantener su puesto debía mantener buenas relaciones con sus vecinos comunistas.
Más adelante estudiaremos el surgimiento de los Jemeres rojos, pero avancemos hasta 1969. Este fue el año en el que la vida en Camboya empezó a ponerse patas arriba. Estados Unidos, al conocer la existencia de bases norvietnamitas en el noreste de Camboya, inició una serie de bombardeos en Camboya y Laos. Además, el gobierno estadounidense colaboró con una serie de militares camboyanos, entre los que se encontraba Lon Nol, quien dio un golpe de estado que derrocó a Norodom Sihanouk aprovechando que este se encontraba de viaje en China en marzo de 1970. Se acababa de proclamar la República Jemer.

Lon Nol actuó como dictador títere de los Estados Unidos. Cortó relaciones con el gobierno de Vietnam del Norte y permitió establecer bases norteamericanas y survietnamitas en Camboya. Sin embargo, heredó un pequeño conflicto con una serie de guerrilleros en la jungla, los conocidos como jemeres rojos, que llevaban luchando desde 1967 para establecer un régimen comunista de corte maoísta. La conocida como Guerra civil camboyana se recrudeció.
GUERRA CIVIL CAMBOYANA (1967-1975)
Antes de tomar el poder tras el golpe de estado del 70, Lon Nol entró en la historia camboyana tras el sofocamiento de una rebelión que sería la semilla de la guerra civil.
En 1967, mientras que Norodom Sihanouk se encontraba de viaje en el extranjero, estalló una rebelión ciudadana en la provincia camboyana de Battambang tras el ataque de la población a unos cobradores de impuestos. La insurrección fue apoyada por el Partido Comunista de Kampuchea, liderado por el hijo de un terrateniente y llamado Saloth Sar, más conocido como Pol Pot. Este partido llevaba tiempo preparando insurgencias en las zonas rurales de Camboya, pero su popularidad aumentó con los bombardeos realizados por Estados Unidos y el régimen pro-estadounidense de Lon Non.
La tormenta desatada por los bombardeos y el golpe militar propició que el anónimo partido de Sar diese un golpe de efecto que cambiaría dramáticamente el curso de los acontecimientos. De pronto los guerrilleros, que hasta ese momento habían vivido emboscados en la jungla , empezaron a ganar adeptos entre la población rural de la región fronteriza con Vietnam. Saloth Sar, que conocía bien a los vientamitas porque había convivido con ellos años antes en París, solicitó formalmente su ayuda. Para colmo de males, Sihanouk, se puso de lado de los rebeldes con la idea de vengarse por el golpe de Estado.
Díaz Villanueva, Fernando (2013). Historia criminal del comunismo. Autopublicado.
Efectivamente, Sihanouk hizo lo que un monarca nunca debería hacer, aliarse con comunistas. Estos aprovecharon la popularidad del antiguo príncipe y primer ministro para sumar más apoyos a sus fuerzas. De hecho, la diferencia de efectivos de los futuros jemeres rojos entre el comienzo de la guerra civil camboyana en el 67 y su recrudecimiento tras el golpe de estado de Lon Nol en el 70 es más que notable.

Si en Vietnam el avance del Vietcong era imparable por más que Estados Unidos recurriese a la fuerza bruta, el avance de los Jemeres Rojos hacia la capital camboyana también lo era. En 1973 se firma el alto el fuego de París en el que los Estados Unidos abandonaban Vietnam. Las horas en el poder de Lon Nol estaban contadas.
CAÍDA y EVACUACIÓN DE NOM PEM
El primero de abril de 1975, Lon Nol huye de Camboya para terminar sus días en el Estado de California en 1985. El 12 de abril comienzan las evacuaciones de extranjeros y el 17 de abril de 1975 los Jemeres Rojos entraron en Nom Pem poniendo fin a la guerra civil camboyana. Pero las desdichas del pueblo camboyano acababan de empezar.

La evacuación apresurada de extranjeros, sobre todo estadounidenses, recuerdan a las que poco después se producirían en Saigón y en la reciente evacuación internacional de Afganistán. Esta operación marca el inicio de Los gritos del silencio (1984), una película de obligado visionado si se quiere estudiar el genocidio camboyano a través del cine.
Los gritos del silencio (1984), está basado en el reportaje periodístico de Sydney Schanberg «The Death and Life of Dith Pran: A Story of Cambodia», donde se narra la vida del compañero de Sydney,el fotógrafo camboyano Dith Pran, bajo el régimen de los Jemeres Rojos.

Fue una de las primeras producciones que denunciaron el genocidio camboyano. Ganó tres premios Oscar y ayudó a difundir el término campos de la muerte, que acuñó el propio Pran.
Acababa de nacer Kampuchea Democrática, que, como es obvio, no tenía nada de democrática. Pol Pot, líder del Partido Comunista de Kampuchea y de sus seguidores, los Jemeres Rojos, pusieron a Sihanouk como jefe del estado, pero este no tenía poder alguno. Los verdaderos dueños de Camboya y los camboyanos eran los Jemeres Rojos, quienes al poco de entrar en Nom Pem ordenaron su evacuación total.
La casi totalidad de los habitantes de la capital fueron obligados a marcharse a zonas rurales. Cerca de tres millones de personas fueron obligadas a marchar hacia el campo, y lo mismo sucedió en el resto de grandes urbes camboyanas. Sin embargo, los intelectuales, antiguos funcionarios, y muchos religiosos no marcharon con sus vecinos. Eran enviados a centros de reeducación donde terminaban muriendo de hambre o mediante el uso de la violencia. Llevar gafas podía costarte la vida en la Kampuchea Democrática. Ni que decir tiene que los oficiales del ejército de Lon Nol y sus esposas fueron ejecutados.

EL TERROR DE LOS JEMERES ROJOS
Tras largas jornadas de viaje, los camboyanos fueron reinstalados en aldeas destinadas al cultivo de arroz. Para Pol Pot y los Jemeres Rojos, el mal se encontraba en la ciudad, donde los ciudadanos caían en el crimen del comercio y el individualismo.
Se estima que en las grandes marchas de deportación al medio rural se trasladaron unos tres millones y medio de personas. Este era el primer paso de la revolución comunista camboyana que, tras la colectivización de todos los medios de producción, decía convertir a Camboya en un referente mundial. Para ello establecerían planes cuatrienales, de los cuales el primero fue triplicar la producción de arroz. Esta fue una operación desastrosa, que nunca se llevó a cabo y que sacó lo peor de los humanos.
Aprobado en 1977, el plan para el aumento de la producción del cereal conllevó la construcción de infraestructuras hidráulicas, como presas, para el cultivo del arroz. No obstante, los agotados, malnutridos y maltratados trabajadores (por no decir esclavos) camboyanos, no sabían nada de construcción y fueron muy poco productivos. Esto, y la mala organización de los que dirigían las operaciones, llevaron a un destacado descenso en la producción de alimentos.
Mientras tanto, el misterioso Pol Pot, un auténtico fantasma a quien los famélicos camboyanos recluidos en los arrozales apenas conocían por el nombre, iba pariendo nuevas ideas. Kampuchea estaba en el llamado “Año Cero”, todo el mundo tendría que vestirse del mismo modo: una blusa negra de manga larga abrochada hasta el cuello. Cualquier otra prenda quedaba fuera de la ley. Quedaba también proscrita la familia, la religión, el deporte, la lectura, la escritura, el comercio, las libertades formales que Marx tanto había despreciado un siglo antes y toda enseñanza que no fuese el adoctrinamiento ideológico.
Villanueva, Fernando Díaz. Historia criminal del comunismo (Spanish Edition) (p. 262). Edición de Kindle.
Las medidas tomadas por el Angkar, el modo que el Partido Comunista de Kampuchea se autodenominaba, «dejaban a las tomadas por Mao Zedong en China en un juego de niños». Líderes de las aldeas rurales obligaban a casarse a sus miembros entre ellos, sin que estos se conociesen. Después, sólo permitían al matrimonio verse por la noche, unos pocos días al mes. Al cumplir siete años, los hijos eran arrebatados de sus padres por parte de estos líderes comunales para ser educados en la ideología extrema de los Jemeres Rojos.
Las familias ya estaban rotas desde el inicio de la revolución. Los jemeres se encargaban de separar concienzudamente a padres, hijos, hermanos y primos. “Tienes inclinaciones individualistas, debes liberarte de tus sentimientos”, le dijo un soldado al escritor Pin Yathay cuando éste quiso quedarse junto a su hijo moribundo. Una vez muerto el niño el escritor solicitó velar su cadáver. El guardia se lo impidió arguyendo que aquello le llevaría a “derrochar sus fuerzas en detrimento del Angkar”.
La vida humana había perdido todo su valor. El lema de los jemeres rojos, repetido una y otra vez a los trabajadores esclavos en las jornadas de descanso que consistían en interminables arengas políticas, no dejaba lugar a muchas interpretaciones: “Perderte no es una pérdida, conservarte no es de ninguna utilidad”. Eliminada la malvada escritura y su prima hermana la perniciosa lectura los jemeres tenían que recurrir a parábolas para transmitir las órdenes llegadas de arriba. Una de ellas, utilizada profusamente por los comisarios políticos, decía: “Mirad ese buey que tira del arado. Come cuando se le ordena comer. No puede desplazarse. Está vigilado. Cuando le dicen que tire del arado, tira. Nunca piensa en su mujer ni en sus hijos”.
Villanueva, Fernando Díaz. Historia criminal del comunismo (Spanish Edition) (p. 265). Edición de Kindle.
Los testimonios de los supervivientes del genocidio camboyano son estremecedores, tal y como se aprecian en este sobresaliente reportaje Utopía y Terror que realizó Televisión Española hace ya bastantes años:
Sobre la supervivencia de las familias durante el régimen de terror de los Jemeres Rojos trata el filme Se lo llevaron: Recuerdos de una niña de Camboya (2017).
Esta producción, dirigida por Angelina Jolie, pone en imágenes las memorias de la activista camboyana por los derechos humanos Loung Ung. Se encuentra disponible en Netflix.

Incluso la propia industria cinematográfica camboyana, que no es para nada fuerte, se atrevió a revisar su historia reciente con La gente del arrozal (1994). En esta producción camboyana se aprecia el sufrimiento en los arrozales camboyanos.
El hambre y la violencia a la que eran sometidos los camboyanos no tardaron en hacer estragos en la población. La hambruna provocó enfermedades que se propagaron con rapidez, como el paludismo y la disentería. Al no haber hospitales ni centros de salud se dejaba morir a los enfermos en edificaciones especiales, y sus restos eran usados como abono o, simplemente, arrojados en enormes fosas comunes. Los campos se llenaron de cadáveres, eran los Campos de la Muerte.
Pero los camboyanos no sólo tuvieron que sufrir el dolor y los estragos físicos provocados por los Jemeres Rojos, sino que también vivían en un estado permanente de miedo. No sólo el miedo a enfermar, a ver morir a tus compañeros, a no comer, a esto había que sumársele el miedo a ser acusado de traidor.
Al igual que en otras dictaduras, las purgas que tuvieron lugar en Camboya diezmaron a la población y provocaron el miedo y la desconfianza entre los camboyanos, sobre todo ante denuncias anónimas. Pero el régimen comunista de los Jemeres Rojos destacaba por su crueldad. El país entero se convirtió en un campo de concentración y exterminio. En el siguiente podcast sobre la vida en la Camboya de los Jemeres Rojos se aprecia el testimonio de una mujer, a quien asesinaron a su marido e hijos. A dos de estos últimos tuvo que ver cómo los torturaban. Les obligaron a inhalar agua hasta que les sangraron los oídos, los ojos y los órganos sexuales. Ese era la verdadera Kampuchea Democrática.
No había tribunales. Se realizaban ejecuciones sumarias y se realizaban al poco de ser condenados o en ese mismo momento. Estas condenas a muerte se llevaban a cabo mediante la fuerza bruta o ahorcamientos. En las purgas dentro del partido comunista, las ejecuciones tenían la intención de ser ejemplarizantes, por lo que eran retorcidamente crueles y dolorosas. Las muertes eran tan numerosas que se eliminó por decreto la palabra muerte, y se usaba la de desaparición.
Muchas de esas ejecuciones se llevaron a cabo en las prisiones y centros de exterminio que se crearon en las ciudades abandonadas. La más famosa fue la de Toul Sleng, donde murieron entre 15.000 y 20.000 personas, y de la que solo escaparon doce con vida. Los prisioneros recibían palizas y torturas basadas en cargas eléctricas y colgamientos, y, en ocasiones, se les obligó a comer sus propias heces y beber su propia orina. Pero aquí no acababa la cosa, pues también se realizaron varios experimentos «médicos», como abrirles sin anestesia y remover sus órganos, o simplemente para ver como se desangraban hasta su último aliento.
El odio de los Jemeres Rojos ante los que diferían de ellos les llevó al exterminio de minorías que no eran de la etnia jemer. Gran parte de la población cristiana, de ascendencia vietnamita, murió por el régimen; al igual que los miembros musulmanes de la etnia cham. Este racismo ante los vietnamitas les costó a los Jemeres Rojos su poder en Camboya.

EL FIN DEL RÉGIMEN DE LOS JEMERES ROJOS
Mientras el mundo entero pasaba por alto los crímenes cometidos en Camboya durante los cuatro años que los Jemeres Rojos llevaban en el poder, la liberación del pueblo Camboyano de la dictadura comunista vino del lugar menos pensado. El Vietnam comunista, que había apoyado a los Jemeres Rojos durante la Guerra Civil Camboyana, sería el encargado de derribar del poder a Pol Pot y sus secuaces.
Otro cable diplomático estadounidense fechado el 29 de septiembre de 1977 describe conversaciones mantenidas entre autoridades americanas no especificadas y rebeldes camboyanos enemigos de Pol Pot. En el telegrama, los rebeldes apuntan a una situación desastrosa en Camboya, donde «[los rebeldes] estiman que la población se ha reducido en la mitad». A pesar de que esta afirmación es claramente exagerada (aunque los vietnamitas la utilizarían posteriormente), es una prueba irrefutable de que existían rumores y documentos que apuntaban a un desastre humanitario.
Rivas Moreno, Juan José. (2015). «Pol Pot y el genocidio de Camboya». El Mundo.
Los comunistas camboyanos tenían un fuerte sentimiento nacionalista que, sumado a su racismo les llevó a perseguir a los camboyanos de etnia vietnamita. Debemos recordar la rivalidad histórica entre las dos naciones tras la anexión por parte de Vietnam del delta del río Mekong. El sentimiento antivietnamita aumentó. Las arengas en contra del país vecino aumentaron en los campos de la muerte, y el Angkar promovía que los camboyanos se acusasen entre ellos por ser espías vietnamitas.
Sabiendo del hacia su pueblo, y tras algunos ataques de Jemeres Rojos en aldeas fronterizas, la República Socialista de Vietnam decidió invadir Camboya y poner fin a la locura de Pol Pot y sus seguidores.
La resistencia camboyana fue prácticamente nula. Los vietnamitas eran más (más de 50 millones), estaban descansados y no sufrían de malnutrición. El día de Navidad de 1978 las tropas del ejército vietnamita entraban en Camboya. El 7 de enero Pol Pot escapó de Nom Pem , y el 9 de enero los vietnamitas liberaron la capital. Terminaba así el genocidio camboyano, uno de los episodios más oscuros de la humanidad. Se creó la República Popular de Kampuchea.

Algunos Jemeres Rojos siguieron combatiendo en la zona oeste del país, cerca de la frontera con Tailandia. Pero, poco a poco, depondrían las armas, hasta su disolución en 1999.
LA CULTURA CAMBOYANA Y SU RELACIÓN CON EL GENOCIDIO
Cuando uno estudia el genocidio de Camboya no puede sino preguntarse cómo es posible que muriese tanto porcentaje de la población en tan poco tiempo. En ningún otro régimen comunista ha habido tal porcentaje de muertes. Es verdad que ninguno ha llegado a tal extremo de crueldad, pero en la sociedad camboyana hay factores culturales que pueden darnos una idea del por qué de tanta barbarie.

Esta pregunta se la hizo María del Mar Bennasar Aleñar en su en su Trabajo de Fin de Grado titulado: Las raíces del odio: un estudio de los modelos culturales esenciales en Camboya y su efecto en el desencadenamiento del genocidio (2020).
En el trabajo, Bennasar Aleñar nos habla de la importancia de la cultura popular de cada pueblo a la hora de llevarse a cabo genocidios, como fue el caso de la Alemania nazi, y el de Ruanda (genocidio estudiado en esta entrada del blog). En concreto, destaca de la cultura camboyana la importancia de lo que se llama «Kum», que denomina a una mentalidad basada en la venganza desproporcionada.
La opinión que generalmente mantienen los académicos con relación a los extremos como la ira, es que la cultura camboyana refleja una suerte de inteligencia emocional inusitada.Una de las principales formas de violencia en Camboya se manifiesta en un
acto producido por el rencor que desencadena el ansia por una venganza desproporcionada. La venganza en Camboya tiene una base moral particular: existe una obligación moral o ética de devolver lo prestado, de pagar las deudas. Cuando una persona se ve beneficiada por la buena obra de otra persona, ese beneficiario o beneficiaria responderá normalmente con un acentuado sentimiento de gratitud, lealtad y respeto, usualmente desproporcionado a la buena obra realizada. Del mismo modo sucede con la venganza. Igual que los camboyanos se ven obligados por la fuerza de la moral a devolver una buena acción, también se ven obligados a devolver una mala acción. Esta visión de la venganza difiere de la tradicional venganza proporcionada mencionada en la Biblia, basada en el “ojo por ojo, diente por diente”. Devolver la mala acción con un acto equivalente supondría que ambas partes terminarían estando al mismo nivel. Eso no es aceptable para un camboyano, que cree que uno siempre debe estar “por encima de los demás”. Las represalias serán mayores al daño inicialmente sufrido, purificando de esemodo el honor del perjudicado, y destruyendo la reputación del enemigo.
Bennasar también nos habla de la importancia que tienen en la cultura camboyana la apariencia, la honor, la vergüenza y la jerarquía a la hora de entender la masacre perpetrada por los Jemeres Rojos en Camboya.
Con su llegada al poder, Pol Pot quiso acabar con el esquema social camboyano basado en la jerarquía. Los Jemeres Rojos pretendían crear una Kampuchea igualitaria, y para ello llevaron a cabo varias políticas, entre las que se destacan la supresión de registros lingüísticos que pudieran implicar clase social, diferencias de estatus o la obligación de llamar a los padres “camarada”. Sin embargo, lejos de acabar con el orden social anterior, la Kampuchea Democrática se convirtió en una sociedad dominada por nuevas élites jerárquicas: soldados de los Jemeres Rojos, la “gente vieja” y los jóvenes. La más alta autoridad de esta nueva configuración era el Ângkar (“La Organización”), nombre que le dieron a la estructura del Partido Comunista de Kampuchea, con Pol Pot al mando. El Ângkar ostentaba el máximo poder, y la lealtad y la obediencia al mismo se convirtieron en indispensables.
Los Jemeres Rojos se aprovecharon del sentimiento del honor y de la jerarquía que tan presente se encuentra en la sociedad camboyana y los usaron en su favor: otorgando beneficios a los colectivos mencionados anteriormente, estos grupos irían subiendo escalones en la estructura social, incrementando su honor. De esta forma, el partido se aseguraba la lealtad y la obediencia de la población.Las personas continuaban evaluándose y comparándose con los demás, pero para ello ya no se basaban en factores como la edad o la capacidad económica, sino que tenían una motivación: ser superior en esta nueva estructura social podía marcar la diferencia entre la vida y la muerte, por lo que el honor se convirtió, durante los años de la Kampuchea Democrática, en un recurso escaso y ansiado por muchos. Quizás la forma más eficaz de alcanzar el honor en Kampuchea fue el ascender en rangos políticos106: muchas personas participaron en el asesinato de civiles simplemente para ser ascendidos. Además de la lealtad hacia sus líderes y el sentido de obediencia, aquellos que habían sido reclutados por las milicias de los Jemeres Rojos obedecían órdenes para no perder la apariencia ni el honor delante de sus camaradas. En palabras de ciudadanos camboyanos, “los soldados de los Jemeres Rojos tenían honor porque teníamos que hacer todo lo que nos dijesen. Ellos eran la ley y ostentaban el máximo poder sobre la población. Todo el mundo les temía y les honoraba”. El poder absoluto del Partido Democrático de Kampuchea implicaba que las órdenes provenientes de un soldado de los Jemeres Rojos en una posición superior jerárquicamente tenían consideración de ley, y debían ser obedecidas.
Bennasar Aleñar, María del Mar. (2020). Las raíces del odio: un estudio de los modelos culturales esenciales en Camboya y su efecto en el desencadenamiento del genocidio (2020). TFG. Universidad Pontificia de Comillas.
POL POT Y LOS JEMERES ROJOS
Entender que había en la mente de los Jemeres Rojos no es fácil. Pero sí que podemos rastrar su historia. Para ello, debemos retroceder hasta el año 1948. Con Camboya aún bajo la influencia francesa y en plena Guerra de Indochina, Saloth Sar, el hijo menor de un terrateniente camboyano, es enviado a París para estudiar francés. Antes de esto, y a pesar de que su hermano era miembro de la guardia real, Saloth Sar se había interesado por el movimiento anticolonialista y se había afiliado al Partido Comunista Indochino de Ho Chi Minh.

En un ambiente tan agitado como era el París de la posguerra, el joven Sar dejó los estudios a un lado para centrarse en temas políticos. Fue allí, en Francia, que se relacionó en ambientes nacionalistas camboyanos, y donde empezó a distanciarse del Partido Comunista de Ho Chi Minh, al tiempo que aumentaba su odio contra sus vecinos vietnamitas, de los que decía que injerían en asuntos propiamente camboyanos.
En 1951 el Partido Comunista Indochino se separa en otros según los estados nación que habían surgido tras la descolonización. El de Camboya fue el Partido Comunista de Kampuchea del que tanto hemos hablado. Saloth Sar entró en el partido con un grupo de compañeros llamado «el círculo de París», donde se encontraban algunos de los líderes de los futuros Jemeres Rojos.
En 1953 Saloth Sar regresa a Camboya y se hace llamar Pol Pot. A pesar de su recelo ante los vietnamitas, se alía con los comunistas vietnamitas, de los que aprendería y ganaría aliados para su futuro ascenso al poder.
Pol Pot era uno de los miembros más radicales de todo el Partido Comunista de Kampuchea. Sin embargo en el partido se vivían fuertes discusiones entre las posiciones extremas de Pol Pot y otras más moderadas. Dentro de esta facción moderada se encontraba el líder del partido, Tou Samouth, quien fue asesinado en extrañas circunstancias. Tras la muerte de este, Pol Pot se hace con el liderazgo del Partido Comunista de Kampuchea.
Pol Pot admiraba la Revolución Cultural China liderada por Mao. Creía que ese era el camino que debía de seguir el comunismo, y no el ejemplo norvietnamita. Es más, durante la primera etapa de las guerrillas comunistas en el noroeste del país, había convivido con ciudadanos de aldeas de vida sencilla y autosuficientes. Éste sería el modelo de vida que quería imponer para toda Camboya, una nueva nación sin la «contaminación» del capitalismo y alejada de los «vicios» de la ciudad.
Desligados de la influencia vietnamita, a los miembros del Partido Comunista de Kampuchea se les empieza a conocer, tanto en el extranjero como en la oposición, como Jemeres Rojos.
Para conocer más sobre la vida de Pol Pot, recomiendo el siguiente podcast:
EL FIN DE POL POT Y LOS JEMERES ROJOS
Tras la invasión vietnamita de Camboya y la salida del poder de los Jemeres Rojos, estos no desaparecieron. Muchos de ellos se refugiaron en el vecino Tailandia. Es más, dado a la amistad entre Vietnam y la Unión Soviética, los Jemeres Rojos siguieron siendo los representantes de Camboya en Naciones Unidas, debido a que países antisoviéticos como los Estados Unidos y Tailandia, no reconocían el gobierno provisional vietnamita en Camboya.
Para acercarse más a estos países antisoviéticos, los Jemeres Rojos renegaron del comunismo en 1981. Abrazaron la economía de mercado y se lanzaron a reconquistar el poder con una ofensiva en 1982 que fue un fracaso.
Sin embargo, el apoyo a los Jemeres Rojos disminuyó una vez se alumbraba el colapso de la Unión Soviética en 1989. En septiembre de este año los vietnamitas abandonan Camboya, y al año siguiente el gobierno estadounidense de Bill Clinton deja de reconocer a los Jemeres Rojos como representantes del pueblo camboyano.
En 1991, año en que la comunidad internacional deja de reconocer a los Jemeres Rojos el asiento en la Asamblea de Naciones Unidas, se firman unos acuerdos en París que ponen punto y final al conflicto camboyano. Tras estos acuerdos se daba forma a un nuevo estado, el actual Reino de Camboya, una monarquía parlamentaria con el ya mayor Norodom Sihanouk como Jefe del Estado.

El acuerdo firmado ayer en la capital francesa prevé que, en coordinación con el Consejo Nacional Supremo presidido por Sihanuk, la ONU se hará cargo de la administración provisional de] país del sureste asiático durante el período transitorio que debe culminar con las elecciones.
Las fuerzas armadas presentes en el país serán desmovilizadas en un 70% del total de sus efectivos. El resto será acuartelado bajo el control de la ONU.
Según informó el ministro francés de Exteriores, Roland Dumas, el único modo de garantizar la cooperación de China y de los Jemeres Rojos en este proceso ha sido la completa omisión del recuerdo y de la condena del genocidio que estos últimos cometieron en Camboya entre 1975 y 1979.
El próximo 14 de noviembre, el príncipe Sihanuk volverá a Phnom Penh tras 12 años de ausencia. En ese viaje, iniciado en Pekín, será acompañado por el actual primer ministro provietnamita, Hun Sen.
Será el modo de simbolizar el acercamiento entre las facciones hasta ahora enfrentadas a muerte. Todos esos grupos apoyarán la futura candidatura de Sihanuk a la jefatura del Estado.
Valenzuela, Javier. (1991). «Camboya recupera la paz después de dos décadas de guerra». EL PAÍS
Si bien las reducidas fuerzas de los Jemeres Rojos se presentaron a las elecciones y las intentaron boicotear, fueron prohibidas en 1994. Muchos de sus miembros se desmovilizaron y algunos se entregaron a las autoridades camboyanas.
En 1998 un anciano Pol Pot moría en la selva camboyana, horas antes de ser entregado a la justicia por sus propios compañeros. La mayoría de responsables del genocidio camboyano escaparían de la justicia. En 2009 se iniciaron los juicios contra los principales líderes de los Jemeres Rojos que aún seguían con vida. En 2018 se condenó a cadena perpetua al número dos de los Jemeres Rojos, Nuon Chea, de 92 años, antiguo jefe de Estado de la Kampuchea Democrática.

Sobre la historia final de los Jemeres Rojos recomiendo el siguiente podcast de La Biblioteca de la Historia:
Una película sobre la situación de los Jemeres durante su gobierno y tras su prohibición es la producción francesa El tiempo de las confesiones (2014). En este filme un etnólogo francés y ex funcionario del Khmer Rouge se reencuentran después de que éste es arrestado por crímenes de lesa humanidad.
Ángel Cuesta Bascón
Noviembre de 2021.
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