Retratos de Mujer en el Cine III: Sólo el cielo lo sabe
Retratos de mujer en el cine III: Sólo el cielo lo sabe
Índice
La mayoría de las damas nos dicen que la televisión les permite mantenerse ocupadas.
Sólo el cielo lo sabe (1955)
Continuamos con una nueva entrada de la serie Retratos de mujer en el cine, donde analizamos la visión histórica y social de las mujeres representadas en la gran pantalla. Con anterioridad analizamos la visión de las mujeres en la Inglaterra del s. XIX con la película Orgullo y prejuicio, y la situación de la mujer en la España franquista con Calle Mayor y La tía Tula. En esta entrada nos centraremos en la situación de las mujeres viudas de los años 50 del s.XX en los Estados Unidos con la película Sólo el cielo lo sabe (1955).
Es de interés comparar la situación de los personajes en Sólo el cielo lo sabe, Calle Mayor y La tía Tula, pues son mujeres de la misma época. Aunque vivan en contextos políticos diferentes, veremos cómo la situación social de las mujeres y los prejuicios del resto de la sociedad no son tan diferentes. Aunque se pensara que Estados Unidos era la tierra de la libertad, comprenderemos que era todo una fachada, y que era mucho más conservadora de lo que se pensaba.

AÑOS 50 EN ESTADOS UNIDOS
La década de los 50 fue una época de gran crecimiento económico y prosperidad. El país se había convertido en la mayor potencia mundial tras la II Guerra Mundial, y se convirtió en el mayor ejemplo del sistema liberal y capitalista.
La economía estadounidense se benefició de los efectos de la guerra: un gran aumento del PIB y enorme descenso en el paro. Además, su territorio no fue atacado (salvo Pearl Harbor en Hawaii) y no sufrió un considerable número de bajas (si lo comparamos con las bajas en otros países como Polonia, Alemania, China y, sobre

todo, la Unión Soviética.
Para que la vuelta a la vida civil de posguerra no aumentara el paro, se llevó a cabo un programa de obras públicas y se elevó el déficit presupuestario. Parte del desarrollo económico se debió a las innovaciones científicas y técnicas, así como a las innovaciones publicitarias que aumentaron el consumo.
Este desarrollo de la economía hiperindustrial trajo consigo ciertas consecuencias sociales, sobre todo para las mujeres.
Después de la Segunda Guerra Mundial, las mujeres se incorporaron a la fuerza de trabajo en un número sin precedentes, ocupando puestos de trabajo en rápida expansión y de baja retribución en los sectores de servicios e información.
A medida que la inflación barría la posibilidad de conseguir o mantener el estatus de clase media con sus maridos, las mujeres casadas empezaron a incorporarse a la fuerza de trabajo. Su papel como receptoras de salarios estaba en conflicto con el de madres, subvirtió el imperativo tradicional marital y procreador y socala familia basada en el hombre como persona que procura el sustento.
También ha conducido a la separación entre sexo y reproducción, al aumento de las familias con un solo progenitor, a uniones consensuales de prueba, al descenso de las tasas de primeros matrimonios y a tasas de fertilidad históricamente bajas. La separación entre sexo y reproducción, a su vez, ha fomentado la liberalización de formas de sexualidad anteriormente prohibidas, incluyendo la homosexualidad, y las películas, libros y cintas de vídeo pornográficos.
Harris, Marvin (1980), Cultural Anthropology, 2nd edition.
Para saber más sobre la vida de las mujeres en Estados Unidos os recomiendo el clicar en el siguiente enlace.
Apesar de la evolución hacia más libertad en la vida de las mujeres, no era todo oro lo que relucía en la sociedad estadounidense de los 50. El anticomunismo (macartismo) fue una de las mayores heridas a las libertades en el país. Ya hablamos en una anterior entrada que uno de los periodos más oscuros de la democracia estadounidense tuvo lugar durante la conocida como caza de brujas, en los primeros años de la década.

No sólo el anticomunismo atacaba a la libertad. La mayor herida en la sociedad era la desigualdad racial. Hay que recordar que en algunos estados del sur la segregación continuaba vigente. Fue en esta década que surgió un movimiento de lucha por la igualdad civil, liderado por Martin Luther King, que conseguiría la igualdad en los sesenta.
Como vemos, la sociedad idílica que se veía en las comedias de los 50, estaba lejos de ser una realidad. Eso era lo que mostraba el director de Sólo el cielo lo sabe,Douglas Sirk.
DOUGLAS SIRK
Douglas Sirk, cuyo verdaro nombre era Claus Detlef Sierck, nació en Dinamarca en el año 1900. Se formó en Alemania como director teatral y allí comenzó a dirigir sus primeras películas. Debido al auge del nazismo huyó de Alemania y se refugió en Holanda, Franciay, por último, en Hollywood.

En América se labró una buena reputación y fama como director de melodramas en los que sacaba a la luz los trapos sucios de la sociedad estadounidense. Con certera elegancia retrató la falsedad de la clase media americana.
Su sofisticación europea y su estilo visual elevaron historias absurdas y sensibleras a una realidad superior, delirante y entretenida en forma de lacrimógnenos dramas domésticos.
Errigo, Angela (2003), para 1001 Movies You Must Seen Before You Die.
SÓLO EL CIELO LO SABE
La película fue un intento de la Universal de repetir el éxito del filme Obsesión (1954), que contaba con la misma pareja de protagonistas: Jane Wyman y Rock Hudson. Si bien estuvo lejos de ser un taquillazo, recibió numerosas críticas positivas y funcionó bien en taquilla.
La película parece ideal, con un color unas composiciones, una iluminación, una dirección artísica, un vestuario y una dirección maravillosos; el estilo sirve perfectamente al contenido, el encanto que se imprime a la observación de la naturaleza humana hace de ella un melodrama romántico divino.
Errigo, Angela (2003), para 1001 Movies You Must Seen Before You Die.
A diferencia del film Obsesión, Sólo el cielo lo sabe no era un remake, sino que Douglas Sirk ideó la idea de esta película sobre los prejuicios sociales a leer el ensayo Walden de Henry David Thoreau. En el ensayo recoge las vivencias de Thoreau en una cabaña construida por él mismo. Con este proyecto de vida solitaria Thoreau pretendía, por un lado, demostrar que la vida en la naturaleza es la verdadera vida del hombre libre que ansía liberarse de las esclavitudes de la sociedad industrial; y que la comprensión de los recursos de la naturaleza, sus reglas, sus recompensas, son un camino que el hombre no debe olvidar.
Estas ideas se desarrollan en el personaje de Rock Hudson, el jardinero Ron Kirby, cuya vida y carácter contrastan con el estilo de vida del resto de los habitantes de la ciudad y que creen vivir una vida libre y en libertad, pero no están más que sujetos a una vida estéril y cargadas de prejuicios.
ARGUMENTO
La película comienza de un modo idílico. Se nos muestra una pequeña localidad estadounidense que parece sacada de un cuento feliz. Una iglesia, comercios, casas adosadas con jardín, y calles limpias. Es la imagen de la utopía estadounidense. Una imagen que se repetirá a lo largo de otras producciones como Terciopelo azul (1986) de David Lynch y que se rompe con la llegada de un elemento perturbador (una oreja en el caso de Lynch y un joven y atractivo jardinero en el caso de Douglas Sirk).
Una mujer de mediana edad se nos presenta llegando a casa. Se trata de Cary Scott, una viuda que goza de amigos, hijos que la visitan con regularidad y una buena reputación en su comunidad. Es lo que todos esperan que sea.
Ve por vez primera a un joven jardinero que arregla el jardín del vecindario. Se trata de Ron Kirby. el apuesto hijo del anterior jardinero. Hay algo en su forma de hablar y de ser que llama la atención de Cary. Sin embargo, sus compromisos sociales la mantienen ocupada y no piensa en él.
Sus hijos regresan de la universidad, se celebra una fiesta y ella será acompañada por un viejo amigo de la familia. Sus hijos quieren que sea capaz de rehacer su vida con otro hombre, alguien como éste amigo que tan bien la trata y la pretende. Todos en la comunidad esperan que se case con él. Le dará compañía, un nuevo padre a sus hijos y mantendrá su buena reputación.

Ella sabe que casarse con alguien de su edad y cercano a la familia es casi un deber, pero no está segura de hacerlo. Mientras debate la posibilidad de casarse de nuevo, entabla una relación con el joven jardinero, quien le propone visitar su casa en el bosque, donde poder admirar otros tipos de árboles. Cohibida por el qué dirán rechaza la oferta, pero tarda poco en acceder a ella cuando hace caso a lo que de verdad ella quiere
Comienzan una relación que descubre a Cary una nueva forma de ver la vida y una felicidad que llevaba años sin sentir. Ron es opuesto a todo lo que conoce. Es alguien que no le da importancia a las opiniones de los demás y que disfruta de las verdaderas amistades sin temor a que éstas le critiquen. Cary también disfruta de estas nuevas amistades, muchos más saludables de la que tiene en la comunidad.
Una de las secuencias más bonitas de la película revela el tipo de amistades que cultiva Ron. Se trata de una fiesta en la casa de uno de sus amigos. Allí se han reunido gente de toda condición, gente humilde y de diferentes edades, reunidas para celebrar la amistad y la vida.
El tiempo pasa y Ron cree que ha llegado el momento de dar un paso grande en su relación. Le propone matrimonio a Cary. Ésta, que no se lo esperaba, cae en shock y se niega por sus hijos y por el qué dirán. Cary le hace ver que eso son tonterías, que no será para tanto. Se equivoca.
En cuanto hace pública su relación y sus intenciones en casarse, la comunidad entera se le echa encima y la desprecia, sobre todo sus dos hijos, las personas más importantes de su vida. Sólo una amiga parece comprender el dolor que siente, pero es demasiado para Cary y decide poner fin a su relación con Ron.
Su vida vuelve a la rutina de antes, pero sus hijos están más ocupados que nunca y ya no la visitan con frecuencia, y la sociedad parece tenerla a prueba.
Poco a poco, la viuda se va dejando llevar por su utopía, al tiempo que Sirk expone el conformismo y la decadencia de una sociedad que ve en el jardinero a un simple joven de orígenes humildes, y que se escandaliza con las continuas insinuaciones que ella le hace. Su objetivo es reconducirla de nuevo a ese mundo de cortinas y céspedes inmaculados que le corresponde. Y en la devastadora escena hacia el final de la película, los hijos de la viuda le regalan un televisor. «La mayoría de las damas nos dicen que la televisión les permite mantenerse ocupadas», reconoe un vendedor de electrodomésticos, al tiempo que Sirk plasma en el reflejo de la mujer en un cristal.
Cousins, Mark (2005) Historia del cine.
La felicidad de Cary se ha desvanecido. Todo le parece estéril y monocromático. Ha sacrificado su felicidad por la de los demás y no ha recibido nada. El tiempo pasa y cree que ya nunca volverá a ser tan feliz que cuando estaba con Ron, y llega a pensar que éste tiene una nueva novia.
Las navidades llegan y con ella sus hijos. Éstos tienen planes para el futuro. Planes en los que ella no está incluida. Su hijo se marcha a estudiar a París durante un año y su hija decide casarse. Su hija le llega a insuiar que debía haberse casado con el joven jardinero después de todo. Sólo piensan en ellos mismos.

Cary cae enferma. Se encuentra débil y apática. El médico le dice que no tiene ninguna enfermedad física. Le dice que sólo está triste por el hombre al que ha dejado atrás. Tras algunos impedimentos los dos amantes vuelven a estar juntos sin preocuparse por las opiniones del resto, en una escena preciosa en la que un ciervo se asoma por la cristalera de la casa que Ron había arreglado para los dos.
RETRATO DE MARY SCOTT

Tras mucho sufrimiento Cary consigue la felicidad que creía perdida. La conocemos como una viuda y ama de casa modelo. La actriz Jane Wyman, quien sólo tenía 38 años al rodar la película, hace muy creíble su papel de mujer de su tiempo. Ella, como el resto de mujeres de su edad, cuida de su casa y de sus hijos si estos no se han marchado a la Universidad. De vez en cuando los matrimonio se reúnen y comparten sus opiniones sobre los temas de actualidad.
Al quedarse viuda en una edad «joven» y ser atractiva, no le faltan pretendientes para casarse. De hecho, el resto de matrimonios así lo espera. Algo parecido vimos en La tía Tula, donde el personaje de Tula es alentada a casarse con su cuñado que se ha quedado viudo y al cargo de sus dos hijos.
Sin embargo, al igual que Tula, Cary no desea casarse. Lo que ella quiere es disfrutar de la libertad que tiene ahora. Algo que me llama la atención es que el personaje de Cary no se cierra en banda a un nuevo amor, ni siquiera duda

de los sentimientos de Ron, alguien mucho más joven que él (en realidad Hudson tenía 30 años, 8 menos que Wyman). Las dudas de las mujeres ante la sinceridad de un amor las vimos en Calle Mayor, donde el personaje de Isabel duda de tener la edad y el atractivo adecuado para el hombre que la pretende.
Aunque en un momento cede a las presiones sociales, tuvo el valor de presentar a Ron como su novio y futuro esposo, además de entablar buena relación con los amigos de Ron. Tiene el coraje de defender lo que quiere, pero tamién el valor como para negarse su propia felicidad en pos de la de sus hijos. Es un mártir de la sociedad retrógrada americana.
Cary es un personaje digno de ser analizado en esta entrada y uno de los personajes más recordados de los melodramas clásicos que nos ha dado el cine. Si bien tiene un final feliz, seguro que no es el mismo que tuvieron miles de mujeres al enfrentarse a la misma situación. Esta entrada es un homenaje a todas ellas, a su valor y determinación. Como dijo el personaje de Josiah Boone en La diligencia: «Somos las víctimas de un morbo infecto llamado prejuicios sociales».
Podéis ver la película en castellano en Youtubeclicando aquí.
BIBLIOFRAFÍA
Cousins, Mark (2005) Historia del cine, Editorial Blume.
Harris, Marvin (1980), Cultural Anthropology, 2nd edition.
Juan Redal, Enrique (coordinador) (2008) Historia del mundo contemporáneo. 1º de Bachillerato. Santillana.
Jay Schneider, Steven (coordinador) (2003), 1001 Movie You You Must Seen Before You Die.
Ángel Cuesta
Noviembre, 2018
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